Hola a todos. Después de un largo tiempo (desde el 17 de junio para ser más precisos), vuelvo a la carga con más historias niponas. ¿Por qué tanto tiempo? Sospecharán que el trabajo esclaviza. Algunos de ustedes ya se han enterado que pasé los meses de julio y julio trabajando frenéticamente, tras descubrir que algunos cálculos que había hecho (¡y publicado!) anteriormente estaban malos. Fue un largo y tormentoso proceso interno, en que mi autoestima estuvo en juego. Es parte de ser físico, supongo, pero no fue nada de simpático.

Estos días de julio y agosto en Japón corresponden al tórrido, húmedo y en general desagradable verano japonés. No es que me esté quejando ahora de haber venido, pero el calorcillo ese, la humedad esa, los tifoncillos esos, el ruidillo ese apestoso de esos bichos llamados cigarras que te despiertan a las seis de la mañana y no se callan en todo el día... Digamos que si van a venir a Japón, no vengan en verano, ¿ya?

En el capítulo anterior, por si lo recuerdan (lo cual dudo), mencioné que deseaba hablar de nuestro cambio de casa, que fue todo un evento por cierto. Y, como de costumbre, este relato nos permite mirar un poco dentro de la cultura japonesa. Lo cual hizo que me pusiera a escribir el mail más extenso hasta ahora en esta serie, obligándome a dividirlo en cuatro partes para que descansen entre medio y evitarles la lata:

Capítulo 8. Hikkoshite imasu.

Parte 1. Viviendo en un metro cuadrado.
Parte 2. La idea de cambiarse se incuba.
Parte 3. La mudanza.
Parte 4. Armando la casa.
Parte 5. Epílogo.

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Fukuoka monogatari

Capítulo 8. Hikkoshite imasu.

Parte 1. Viviendo en un metro cuadrado.

Cambiándose se casa. Ése es nuestro tema. Antes de llegar a Japón, la gran preocupación que yo tenía era si el dinero que iba a recibir sería adecuado para vivir en un buen lugar, sabiendo que Japón es famoso por lo caro de sus precios. Yo sé que el más elemental sentido común le dice a uno que ningún país serio va a traer investigadores extranjeros para hacerlos vivir en condiciones miserables. Pero sentido común es lo que menos tenía en los estresantes días previos a nuestro viaje, y estaba realmente preocupado. Lo único que había podido averiguar era que los arriendos eran caros y las viviendas pequeñas. Referencias personales, programas de televisión e internet, todo apuntaba a que tendríamos que vivir en un espacio reducido, seguramente por cerca de 100.000 yenes al mes (unos 600.000 pesos).

Considerando eso, el departamento al que llegamos, en el Hotel Tawara, parecía un buen trato. Pequeño, sí (lo medimos: 34 metros cuadrados), pero estaba ubicado en un buen lugar y tenía muebles. 100.000 yenes. Pero para una familia de tres, a poco andar, se vuelve muy incómodo. Como todas las piezas están conectadas nos estamos viendo todo el tiempo las caras, Alejandro tenía sus juguetes en el living... ya se imaginan.

Poco a poco, sin embargo, a medida que fuimos conociendo más gente, y visitando algunas de sus casas, nos dimos cuenta de que uno sí podía conseguir departamentos más amplios y más baratos. De todos modos, es un hecho que los japoneses hacen maravillas en espacios reducidos, independiente del tamaño del departamento. El hecho mismo de que las habitaciones estén separadas por paneles corredizos, en vez de paredes con puertas, hace que se aproveche mucho mejor el espacio, porque no hay ese espacio "muerto" detrás de las puerta cuando se abren, y le da distintas posibilidades al lugar. Si uno necesita una habitación más grande porque tiene más invitados, corre los paneles y ahí tiene uno su gran pieza. Si hace frío, cierra los paneles, y el calorcito queda confinado al lugar de interés. Muy práctico.

Otra diferencia grande de diseño respecto a nuestro lejano occidente son los baños. Lo normal en Japón es que esté separado en dos: en uno, está la tina y el lavamanos, y en el otro la taza. De nuevo, esto es muy práctico, porque ¿cuántas veces hemos querido entrar al baño y no podemos porque nuestra hermana está en la ducha? Incidentes como éste, habituales en casas chilenas, acá son imposibles, gracias a esta gran idea de separar las cosas. Están tan separadas y optimizadas, de hecho, que cuando uno tira la cadena empieza a caer agua desde arriba del estanque por un tubito (ver fotos más abajo para entender de lo que hablo). Con esa agua uno se lava las manos, y esa misma agua llena el estanque de nuevo. Práctico, ¿no?

[ Paréntesis lingüístico: ya he dicho tres veces la palabra "práctico". No es casualidad. Cuando uno aprende japonés, una de las primeras palabras que le enseñan a uno es "benri", o sea, "práctico", "conveniente". Uno lo usa en frases como "densha wa benri desu" ("el tren es conveniente"), "tal utensilio es conveniente", etc. Al principio me pareció curioso que enseñaran una palabra tan rara. En castellano o inglés uno no se imaginaría enseñando este tipo de frases en las primeras lecciones. Pero viviendo en Japón, uno se da cuenta de es muy lógico, porque todo esta hecho para que sea "benri", y no "fuben" (inconveniente). ]

Parte 2. La idea de cambiarse se incuba.

Así que estamos claros que los japoneses son expertos en vivir con poco espacio. Pero, ¿no podríamos tener un *poco* más de espacio? El punto de inflexión en esta historia se dio gracias a una pareja de coreanos que conocimos a través de Kazuko, una japonesa que se ha convertido en uno de nuestros grandes apoyos acá, y en cuya casa hemos estado varias veces. Kim, la coreana (todos los coreanos se llaman Kim, en todo caso) y su marido (que no se llama Kim), nos invitaron a su casa, cuando supieron que estábamos interesados, Jacqueline particularmente, en buscar un nuevo lugar rápido. Quedamos impresionados. Por 65.000 yenes tenían un departamento que era fácilmente el doble del nuestro (65 metros cuadrados si no me equivoco), y con frondosos árboles alrededor en vez del cemento que teníamos en el hotel. Mucho espacio para todos nosotros, una pieza aparte para el Alejandro, un lindo lugar donde jugar afuera...

Esa visita precipitó nuestro cambio de casa. No había mucho que pensar. La única dificultad podría ser que esos edificios son públicos, y yo había leído que a los edificios públicos hay que postular, y se decide de acuerdo al sueldo. Pero los coreanos no dijeron que hubieran tenido ningún proceso como ése. El otro tema complicado era el de los meses de garantía. Todo lo que había logrado averiguar, incluyendo información oficial de la JSPS, que es la entidad que me paga, decía que para arrendar en Japón uno necesitaría mucho dinero no sólo para el arriendo, sino para los meses de garantía. Perfectamente uno podría tener que pagar 6 ó 7 meses de adelanto por distintos conceptos (¡y no todos reembolsables!). Se imaginarán que eso, sumado a los 100.000 yenes que esperábamos pagar mensualmente, hacía completamente imposible pensar en arrendar en Japón. Pero nuevamente la historia resultó de otra forma, porque para estos departamentos nos explicaron que sólo pedían tres meses de adelanto, es decir unos 180.000 yenes en total. Completamente dentro de nuestras posibilidades.

Así entonces, Kazuko llamó a la oficina correspondiente para preguntar si había algún departamento disponible, y sí había. El proceso para arrendar un departamento, más o menos independiente del lugar, es: uno declara su interés en un determinado departamento, antes de verlo incluso. Eso hace que cualquier otro interesado tenga que esperar su turno. Luego uno visita el departamento desocupado y con todos sus arreglos al día. Si a uno le gusta, se firma el contrato y listo.

Los coreanos nos ayudaron cuando fuimos a "declarar nuestro interés". Había que decidir cuál de los departamentos nos interesaba. No los podíamos ver porque no estaban desocupados todavía, pero sólo mirando por afuera, considerando la ubicación y todo eso, optamos por uno en un segundo piso (no hay ascensor, así que no queríamos sufrir), y sin salida directa a la calle, para evitar problemas con el Alejandro. [Esta reunión estuvo plagada de incidentes, porque nosotros casi no hablábamos japonés, y los coreanos y las secretarias casi no hablaban inglés. Fue MUY complicado, uno de los momentos más incómodos que recuerdo. La pareja coreana fue infinitamente amable con nosotros, pero me prometí nunca más estar en una situación donde se necesita entender bien lo que se dice, sin alguien que hable inglés al lado.] Días después, fuimos a ver el departamento con Fumiko, una de las alumnas de Hada, y que también ha sido uno de nuestros grandes apoyos acá. Estaba bonito, grande, barato, más cerca de la universidad que el otro... listo. Nos cambiamos.

Parte 3. La mudanza.

Si hubiéramos estado en Chile, y ya habiendo sufrido cuatro cambios de casa anteriores, esta idea me habría puesto bastante nervioso. Esto de poner todo en cajas, transportar televisores, refrigerador, etc., ya no me hace feliz. Además, la última vez quedé postrado en el hospital por culpa de eso. Por suerte ahora nuestras posesiones eran mínimas. Lo más pesado que teníamos era el microondas, y todo el resto se podía poner en maletas o bolsas. Además, el nuevo departamento estaba sólo a algunas cuadras del anterior, entonces por último nos podíamos ir caminando, aunque igual nos ayudaron otros amigos con auto.

El día del cambio de casa fue bastante ocupado, se imaginarán. Antes de las tres de la tarde tenía que ir a buscar la llave del departamento, porque a las tres iban a ir de la compañía de gas a activar el servicio. Y nuevamente me maravillé de la eficiencia japonesa. Daiki (otro alumno de Hada) me iba a ayudar este día con el tema de la llave y el gas. Llegó poco antes de las tres, así que fuimos a buscar la llave rápidamente, a la oficina (que estaba cerca, en el mismo complejo de edificios). Cuando volvimos al departamento... ¡ya estaban esperándonos los del gas! Me pregunto cuántos podrán decir lo mismo en Chile. Así que entramos, activaron el gas, y ellos mismos dieron el agua para probar si calentaba el agua. Daiki me ayudó a detectar el interruptor maestro para dar la luz. En tres minutos ya teníamos todo: agua, luz y electricidad. Eso me tenía contento, porque podría haber sido más complicado. Normalmente lo que hay que hacer es que el nuevo arrendatario llama a cada uno de los servicios para que los activen. En este caso sólo tuvimos que preocuparnos del gas (y del teléfono, pero ésa es otra historia).

El resto de ese día, el ya famoso 29 de mayo, fue frenético, trayendo cosas desde un departamento al otro, y yendo a buscar algunos muebles que habíamos comprado. Acá en Japón existe el concepto de "tiendas de reciclaje", donde la gente va a vender sus muebles, ropa, utensilios, juguetes, adornos, electrodomésticos, todo lo viejo. Son un gran concepto, porque nos permitió encontrar muchas cosas a precios mucho menores que en las tiendas del ramo. Nuestro living, el refrigerador, la lavadora, varios juguetes del Alejandro, las mesas del computador y del comedor, las sillas... No todo lo compramos el mismo día, claro. Ese día compramos sólo el living, refrigerador y lavadora. Suficiente por entonces.

¿Y las camas? Uf, las camas... Las camas... ¿ya dije "uf"? Aquí en Japón no saben dormir. En el hotel disfrutamos de mullidas camas. Pero claro, es un hotel, pensado para occidentales. Ahora estábamos metiéndonos en el verdadero estilo de vida japonés. Las habitaciones en Japón son de dos tipos: con piso de madera, o con tatami (unos paneles hechos de un entramado como de paja, que recubren el suelo). Las piezas con tatami se entiende que son los dormitorios. Pero no son para poner camas, aunque en el Hotel había camas. El tatami hay que cuidarlo. Uno puede andar con zapatillas ("surippa") en la casa, pero sobre el tatami uno debería siempre andar descalzo. Hay que evitar a toda costa la humedad y hacer aseo frecuente, para que no le salgan bichitos. Y esto es particularmente importante, porque uno duerme en el suelo. Para eso inventaron por acá el "futón", que es la cama tradicional japonesa. Uno básicamente toma este futón, que es una especie de colchoneta, con algún cobertor para no dormir directamente sobre él, y otro cobertor encima de uno, a modo de cubrecama, y listo. En la mañana uno se levanta, y dobla todos estos componentes cuidadosamente y los guarda en el closet (nosotros los guardamos de cualquier manera, pero hay un orden establecido, por supuesto). Se cierra el closet, y listo. La pieza está desocupada, sin cama. En el fondo esto es "benri" también, porque, volviendo al tema de los espacios reducidos, permite disponer de otra habitación permanentemente durante el día. Tener una cama es una pérdida de espacio la verdad. Pero dormir en el suelo es algo a lo que definitivamente aún no nos acostumbramos, y no lo estamos pasando muy bien. Todos los días me levanto con dolor de espalda, ya no sé en qué posición dormir... no, no es agradable. Además tampoco venden almohadas ricas. Las que compramos tienen como unas pelotitas adentro. Se supone que se amoldan a la cabeza de uno, y que a largo plazo le permiten relajarse a uno, pero hasta ahora no está funcionando. Incluso hay algunos (el coreano entre ellos) que compran unas no-almohadas, unas como cajitas de un material parecido al tatami, duras, y que sirven para apoyar la cabeza. O sea, en el Amazonas o en un templo en los Himalaya yo podría entender tanta austeridad, pero acá...

Como sea, tuvimos que resignarnos a comprar camas estilo japonés, y ahí estamos, aguantando este estilo de vida espartano que los japoneses parecen sobrellevar sin problema.

Pero antes de dormir en nuestras no-camas, teníamos que dejar listo el departamento del Hotel para devolverlo. Ése fue el momento de la nostalgia. Pasamos largo rato esa tarde/noche en eso, llevando las últimas cosas al nuevo departamento y ordenando todo. Barriendo, limpiando los muebles, poniendo el cenicero donde estaba originalmente... Es raro. Yo no diría que el hotel fue el mejor lugar donde podríamos haber estado. O sea, estuvo bien para empezar, pero con el tiempo se comenzó a hacer estrecho, y la verdad es que, directa o indirectamente, nos empezamos a sentir no muy cómodos. Había cambios en los días de recolección de basura, o cambios en la disposición de los estacionamientos, y no nos enteramos oportunamente, generándonos problemas impensados. Pero a la larga, el lugar obviamente tiene un significado emocional para nosotros. Aprovechando que estaba quedando ordenadito de nuevo, le sacamos un montón de fotos a los distintos espacios. Así lo podemos recordar como era cuando recién llegamos a este país.

Parte 4. Armando la casa.

En nuestro nuevo departamento, en tanto, nos quedaba todavía mucho trabajo. Varios fines de semana, en vez de pasear, los dedicamos a recorrer tiendas de reciclaje en busca de muebles, y varias mañanas tuve que ocuparme de trámites relacionados con el cambio de casa. Cambiarse físicamente de casa no es complicado, pero los trámites asociados no son pocos. El destino quiso que, si bien ambos departamentos estan separados por unas pocas calles, el cambio implica cambiar de "ciudad", y si antes vivíamos en Onojo-shi, ahora vivimos en Kasuga-shi. Eso significa que hay que ir a la oficina municipal de Onojo, hacer todo el papeleo de residencia y de sistema de salud para sacarlo de Onojo, e ir a Kasuga y repetir todo el procedimiento a la inversa. Está todo bien organizado, pero quita tiempo.

El otro tema es el de las cuentas de servicios. Uno puede pedir que le descuenten la luz, agua, etc. de la cuenta bancaria, pero yo no quise hacerlo, porque en un año y medio más voy a tener que hacer los trámites para deshacer eso, y la idea es minimizar el stress que voy a tener en esa época. Pero de todos modos hay que pagar, por supuesto, y el sistema es curioso para un chileno como yo. A uno no le llega la cuenta del gas, por ejemplo, sino que le llega un papelito *avisándole* cuánto le salió. Con ese papelito, uno puede llamar a la compañía y pedirles que le manden la cuenta de verdad, para pagarla en el banco o en un "konbini" ("convenience store", que son plaga en Japón, mini markets abiertos las 24 horas), o para pedirles un formulario para pagarlo a través del banco. Si uno no paga dentro del mes, simplemente le llegará al mes siguiente el papelito avisándole de cuánto le salió el gas en dicho mes. Y así sucesivamente. Yo estaba muy urgido con este tema el primer mes en el hotel, porque empezaron a llegar estos papelitos y yo no sabía qué hacer. Preguntando por todos lados comencé a entender el sistema. La más clara en explicarme fue la secretaria de la Universidad, que incluso llamó a las compañías de servicios e hizo las consultas por mí. Pero yo seguía sin saber qué pasa si uno no paga, y se lo pregunté... ella simplemente no me contestó la pregunta, sino que me dijo otra cosa. Quizás estoy extrapolando, pero el hecho de que no me haya respondido me sugirió que acá el concepto de "no pagar" simplemente no existe. Yo me imagino que en algún momento alguien tomará medidas con un usuario irresponsable, pero no hay ninguna señal externa de eso.

Lo cual nos recuerda que estamos en un país donde la responsabilidad es importante. Cuando nos cambiamos tuve que cambiar de domicilio el servicio de conexión a internet, y KDDI, la compañía en cuestión, me explicó que yo tenía que devolver el modem antiguo y me iban a mandar el nuevo. Y no es que vinieran a buscarlo. No. Me dieron la dirección, y yo llevo el modem al correo, pido que sea pagado por el destinatario, y listo. ¿Y cuándo? Cuando quiera. De hecho todavía (irresponsablemente) no lo mando. Y nadie me ha llamado para retarme. Eso no habla bien de mí, pero habla maravillas de los japoneses, a los que no hay que andarlos persiguiendo como a los chilenos para que cumplan con sus compromisos.

Compromisos que se entiende no sólo tienen los clientes, sino también las empresas. Esto pude comprobarlo cuando fuimos a ver el asunto de la "tele". Porque, ¿qué es una casa sin televisión? Como ibamos a estar un año y medio más por acá, nos conformábamos con un televisor usado, pero yo sabía que quería que fuera stereo y, por supuesto, que tuviera control remoto, para no tener que agacharme a prender la tele. Pero la búsqueda en tiendas de reciclaje no nos dejó conformes, a mí en particular, y al final fuimos a una tienda del ramo, a un Best, que es como la Casa Royal, pero con un poco más de perfil. Todo lo electrónico se puede encontrar allá. Bueno, había un modelo que me gustó, 21 pulgadas, pantalla semi-plana, stereo. Marca "chancho", pero funcionaba, y 20.000 yenes, lo que era por supuesto más caro que en un televisor usado, pero era aún razonable. Acá se pueden encontrar modelos de pantalla plana gigante, onda "home theather", por módicas sumas del orden de 1 millón de yenes. Otro nivel. 20 mil estaba bien para nosotros. Pero cuando pregunté por el modelo, me explicaron (el empleado hablaba inglés, por suerte) que ese modelo en realidad era usado, pues lo usaban para demostración en la tienda, lo que significaba un uso diario por un año de 9am a 10pm. Además era coreano. En cambio, me podían ofrecer un Toshiba, japonés por supuesto, 21 pulgadas, pantalla plana, stereo, por 34 mil. Deliberaciones familiares. "No, gracias, vamos a estar por poco tiempo, no necesitamos tanto." Pero cuando estábamos a punto de cerrar el trato, la pregunta clave: el empleado le preguntó a su jefe si esta tele tenía control remoto... y no. La cara de frustración que puso el empleado fue decidora. Deliberaciones entre empleado y jefe. "Está bien. Este modelo no tiene control remoto. Le ofrecemos el Toshiba que vimos, y se lo dejamos en el mismo precio." ¡De 34 a 20! ¡Por las molestias! Sí, yo sé que todo puede haber sido una treta para deshacerse de ese Toshiba que era el verdadero cacho que tenían en la tienda, pero prefiero pensar que en Best el cliente está primero. Y así fue como logramos tener un pedazo más de la tecnología japonesa en nuestro hogar.

El último gran tema que tuvimos que resolver fue el del teléfono. En este punto nos ayudó otra alumna de Hada, Makiko. En Japón la línea telefónica es como una propiedad más. Uno compra una línea a NTT (el monopolio de turno), y como dueño uno puede venderla a otra persona, llevarla de un domicilio a otro, etc. Comprar una línea es caro. Muy caro. Por suerte, también es posible *arrendar* líneas. Para nosotros, que viviremos en Japón hasta noviembre del 2005, eso es mucho más conveniente en precio. Si uno arrienda por más de 8 ó 9 años, ya empieza a ser comparable a comprar una línea. Lo divertido del teléfono es que NTT me dijo que podíamos escoger nuestro número telefónico, entre varias alternativas que nos dieron. Yo estaba encantado, y nos tomamos el tema súper en serio con Jacqueline. Seguros de que iba a ser la única vez en nuestra vida que íbamos a poder elegir el número de nuestra casa, hicimos un estudio de los números, viendo cuál sonaba mejor, o era más facil de recitar en castellano y/o en japonés, hasta encontrar el adecuado. Fue emocionante mientras duró. Es como ponerle nombre a un hijo. Uno sabe que si elige mal se arrepentirá toda la vida. Al final el elegido fue 572 5073, que suena bien en todos los idiomas, es mnemotécnico, no tiene números consecutivos repetidos, lo que es tan de mal gusto... súper bien.

Parte 5. Epílogo.

Como ven, si cambiarse de casa es todo un tema en el propio país, hacerlo en otro con mayor razón. Por supuesto, estamos convencidos de que la decisión fue la correcta. Estamos encantados con el nuevo departamento, con que los juguetes de Alejandro estén confinados a su pieza, con tener muchos espacios distintos para estar. Todos hemos disfrutado de los beneficios, Alejandro también, que se nota que estaba feliz con el nuevo lugar. Y como ven también, nada de esto hubiera sido posible sin la creciente red de amigos y conocidos que hemos acumulado acá. Traté, conscientemente, de molestar a distintas personas en distintos momentos, para "minimizar el cacho", y no ser recordados cuando nos vayamos como "los chilenos a los que había que hacerles todo". Conocer a suficiente gente también es muy conveniente, o, como dicen por acá, "benri desu".

Saludos,

Víctor

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Como siempre, algunas imágenes para matizar lo dicho.

En el álbum

http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/departamento

hay abundantes fotos de nuestros departamentos. En particular, pueden ser de interés los siguientes, para apreciar el departamento del Hotel Tawara:

El dormitorio. Se alcanza a ver algo del tatami que cubre la habitación http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/departamento/aat

El comedor y la cocina http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/departamento/aaw

El living http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/departamento/aay

Los baños http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/departamento/aba

El reducido balcón http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/departamento/aas

En el nuevo departamento:

Durante la primera visita, sin muebles http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/departamento/aaj

Con el living: http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/departamento/abh

Con las cortinas y el televisor: http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/departamento/aah

Los árboles que nos rodean ahora http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/exteriores/aal http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/exteriores/aao

Kim y Kazuko, que fueron tan importantes en esta tarea, aparecen en esta foto. Se puede ver también nuestro comedor y, más atrás, parte de nuestra cocina. http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/cumpleanhos_jacque/aag

Los zapatos hay que dejarlos a la entrada, por favor http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/cumpleanhos_jacque/aak

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Y para terminar, el update con las nuevas fotos incorporadas a nuestra galería, por si alguno de ustedes es extremadamente curioso. Observarán que es una verdadera exageración la cantidad de nuevas fotos, pero hacía tiempo que no subíamos al servidor. (Como siempre, algo como abf->abj significa abf,abg,abh, abi,abj.)

http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/aviones/aaw
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/laguna
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/kasuga/abf->abj
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/fauna
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/adornos
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/gente
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/vida/aag->aal
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/construccion
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/transporte
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/caricaturas
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/jardin/aak->aap
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/visita_padres
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/cerezos/aao->aap
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/exteriores/aaj->aas
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/cielos
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/familia/aag->aaw
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/comida/aae->aah
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/ana
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/cerca_Hakata
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/gran_parque
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/hakata_toshiko
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/dontaku
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/asado_japones
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/zoologico
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/open_campus
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/ana
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/vicky
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/amigos/aah->aam
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/clover/aac
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/chikagai/aad
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/kasuga_city_hall
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/lugares/aah
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/departamento/aai->abh,aae->aah
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/zapatos
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/mapas
http://spl09.esst.kyushu-u.ac.jp/gallery/cumpleanhos_jacqueline