Hola a todos. Hoy descubrí que hay un error en la numeración de estos relatos. ¡No existe el capítulo 9! Así que en realidad el anterior era el capítulo 11, y éste es el verdadero capítulo 12. Bueno, sin más dilaciones, vamos a la segunda parte del relato sobre mi primera conferencia en Japón.

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Fukuoka monogatari

(El verdadero) Capítulo 12. Matsuyama (segunda parte): Kiree desu ne.

¿No es hermosa?

Primer dia de conferencia. No entiendo nada. Algo de japonés he aprendido en estos meses, pero mi nivel de comprensión varía entre el 10 y el 80 por ciento según el tema, y lo que es Física simplemente me supera por ahora. Yo sabía eso de antemano, así que venía dispuesto a aprovechar la conferencia para (a) practicar japonés, (b) pasear. En las largas sesiones sin intermedio me conformo con seguir los "monitos" de las presentaciones. Los dibujos se entienden siempre. Y me pasé tomando apuntes de una que otra palabra que lograba entender y algunos kanji que no sé leer, pero que por repetirse tanto finalmente logré inferir su significado. Así que ahora sé reconocer cuando dice "campo magnético", "corriente eléctrica", "viento solar", y cosas así. Palabras muy útiles, como ven. Algo es algo. La única charla que entendí completamente fue una en inglés, con un tipo muy divertido que, citando a otro físico, dijo que "Hacer predicciones es muy difícil, especialmente acerca del futuro".

La otra impresión que tengo es que la tecnnología me rodea. Parece una competencia de notebooks. Todo el mundo con el suyo, algunos realmente minúsculos, convenientes para "la cartera de la dama" o el "bolsillo del caballero", como dirían en las micros chilenas, seguramente.

Pero en vez de codiciar los bienes ajenos, era más productivo pasear por la ciudad. Jacqueline consiguió bicicletas en el hotel, disponibles sin costo para los pasajeros, y hasta compró una silla para niño. Esto nos dio una gran libertad de movimientos, y pudimos salir a recorrer el entorno.

Bueno, digamos que Matsuyama es una ciudad absolutamente *encantadora*. Pocos autos, un gran parque en el centro de la ciudad con el castillo de Matsuyama en el tope de la montaña, y un gran foso alrededor de dicha montaña, definen el centro de la ciudad. Por las calles pasan sin prisa tranvías naranjos y verdes, y si uno espera un rato, tiene la suerte de ver pasar también al "Botchan train", una locomotora verde chiquitita que, junto con la tranquilidad general del lugar, le da a Matsuyama un definido aire de siglo XIX. Entre castillos, garzas en el foso, tranvías y Botchan train, la ciudad se convierte en un lugar delicioso para pasear.

Decidimos ir al día siguiente al castillo de Kumamoto. Alejandro disfrutó también este paseo, porque subimos a la montaña en "ropeway", como teleféricos más grandes, y como a él le fascina esto de los medios de transporte, le encantó. Lo único malo de este paseo fue que llegamos a las 4.30 al castillo, y cerraban a las 5. En Chile eso no sería realmente un problema, pero en Japón es distinto. A las 5 se cierra, ¿entendió? Así que tuvimos toda esa media hora, literalmente, a un tipo detrás de nosotros recordándonos que teníamos que apurarnos, si no no ibamos a alcanzar a ver todo. Entramos. Como ya habíamos estado en el castillo de Kumamoto, no nos pareció tan imponente. El de Matsuyama es más pequeño, y la estructura es básicamente la misma. Eso sí, se tiene una mejor vista de la ciudad desde su piso más alto. Vista que pudimos disfrutar a medias porque, como dije, estaba este personaje con nosotros. Y mientras bajábamos al primer piso y tomábamos fotos de lo que podíamos, él, y después otro más, iba siguiéndonos y cerrando las ventanas y las puertas detrás de nosotros. De suerte que fue un *poquito* estresante el momento. Reconozcamos, eso sí, que cumplieron con su deber: a las 5 en punto el castillo estaba *cerrado*.

La mañana siguiente era imposible para mí salir a pasear. Era la sesión de posters, y yo tenía que estar ahí, para comentar mi trabajo con quienquiera que se acercara a mi panel. Como suele suceder en las sesiones de poster, no fue nada muy emocionante. Durante tres horas estuve parado esperando que alguien viniera, sin suerte. Bueno, vino gente, pero eran todos conocidos, alumnos de Hada que querían saber lo que yo estaba haciendo. Me di una vuelta por los otros posters, pero la gran mayoría estaba en japonés, y lo que no, no concitaba mi interés. Así pasó la mañana. Al final de la sesión, y ya sin perspectivas de que alguien se interesara en mi trabajo, fui al poster de Fumiko, una de las alumnas de Hada, para que me hablara de su trabajo, y pensar así en algún nuevo punto de colaboración.

La sesión de la tarde sólo contemplaba algunas reuniones internas de la SGEPSS, nada emocionante, así que teníamos que aprovechar de pasear. El plan era viajar en el Botchan train, e ir al Dogo Onsen Spa, el onsen más antiguo de Japón...

Pero ésa es otra historia. La tercera parte de esta serie. Saludos,

Víctor